Las flores de 125.000 euros de la boda de Meghan Markle y el príncipe Harry
Su última noche de soltero, el príncipe Harry recogió varias flores del jardín privado de Kensington Palace y se apresuró a visitar a la florista Philippa Craddock para pedirle que las incluyera en el ramo de su futura esposa, Meghan Markle.
La decoración vegetal de la Capilla de San Jorge, el Castillo de Windsor y el Gran Salón de San Jorge cautivaron tanto a los asistentes como a la prensa, que valoró el buen hacer de la florista. Craddock, por su parte, admiró la implicación emocional y la colaboración de la pareja: «estoy emocionada y honrada por haber sido elegida por el principe Harry y la sra. Meghan Markle. El proceso ha sido altamente colaborativo, de flujo libre, creativo y divertido».
La trabajada filigrana natural se tejió con peonías, rosas blancas y dedaleras que se intercalaban con ramas de haya, abedul y carpe. El resultado de esta obra de jardinería y diseño alumbró unas estructuras clásicas con potente dramatismo. La nota romántica la daban los colores: rosa pastel y blanco sobre verde.
Los trabajos de la florista se caracterizan porque logran mimetizarse perfectamente en los entornos que decora, y para conseguir la perfecta comunión con el complejo real decidió incluir algunas flores de los jardines de palacio. Se distinguían ejemplares de Crown’s Estate y Windsor Great Park, pero las muestras más simbólicas venían del Jardín Blanco, el rincón que homenajea a la madre del novio.
Los guiños a Lady Di se apreciaron en el ramo de la novia, repleto de nomeolvides, su flor favorita. En el coqueto bouquet también había peonías, las plantas que solía escoger Markle para decorar su antigua casa; y no faltó el mirto, una tradición en las bodas de la Familia Real inglesa. El coste total de la arquitectura floral de la Royal Wedding ascendió a las 110.000 libras (125.000 euros).
¿Quién es Philippa Cradock?
La revista Tatler describió a la diseñadora floral de la Royal Wedding como una «mente maestra»: es autodidacta, madura, perfeccionista y ama su trabajo. El genio de Philippa Craddock se valora en Inglaterra desde la fundación de la empresa en 2009.
Sus seguidores se consolidan gracias a su compromiso ético, la firma se involucra con el medio ambiente y los derechos de los trabajadores: evita los plásticos en la medida de lo posible, trata de trabajar sus diseños con flores de temporada y, por supuesto, el comercio justo es una condición esencial para trabajar con ellos.
Vela, a la vez, por la calidad de sus productos estableciendo relaciones largas con sus proveedores. La compañía promete calidad y considera una garantía de éxito conocer a quien la surte de género y la manera en la que trabajan.
El cuidado y dedicación de su equipo de floristas catapultó la carrera de Craddock hacia la esfera del lujo: no solo la aprecian en el Kensington Palace, también han depositado su confianza en ella nombres tan relevantes como Alexander McQueen, Christian Dior, Hermes, Jo Malone, British Vogue, Lancome, Space NK y Fortnum & Mason.
Las redes sociales son un escaparate al que ha sabido sacar partido. La actividad en su cuenta corporativa, @philippacraddock, es muy intensa. Surfeando por la web casi pueden olerse sus decoraciones naturales, que embellecen las más insólitas estancias e impresionan a su cada vez más larga lista de clientes.
Una entrega muy especial
Los recién casados decidieron donar las flores a varios hospicios de mujeres británicos, entre ellos el St Joseph’s Hospice en Londres, que no tardó en compartir en su cuenta de Facebook un mensaje de agradecimiento.
Hoy recibimos una entrega muy especial. Hermosos ramos de flores #royalwedding que le dimos a nuestros pacientes. Muchísimas gracias a Harry, Meghan y la florista Philippa Craddock. Nuestro hospicio huele y se ve espléndido. Un gesto tan encantador, dijeron desde el centro.
Algunas de las flores del interior de la capilla se dejaron allí para que pudiera disfrutarlas otra pareja que se casará durante los próximos días.
El ramo de Markle reposa sobre la tumba del guerrero desconocido en la abadía de Westminster, un monumento que homenajea a los soldados que mueren en el campo de batalla y cuyo cadáver nunca llega a ser identificado.
Este gesto se convirtió en una tradición que inició la Reina Madre el día de su matrimonio con Jorge VI en memoria de su hermano Fergus, muerto en combate en la I Guerra Mundial.
Isabel II cogió el testigo de su madre y el día de su enlace con Felipe de Edimburgo visitó la tumba y dejó su ramo. Diana de Gales y Catalina de Cambridge consolidaron la que parece se convertirá en una emotiva costumbre nupcial de las generaciones venideras.
Publicado originalmente en ABC
Fecha de publicación: 24-05-2018
